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¡Oh, desesperación!
La expresión de las pasiones es un tema privilegiado por Rodin. Influenciado por la trilogía de la Divina Comedia de Dante, el Infierno y sus innombrables condenados habitan la imaginación del escultor, más que el Cielo o el Purgatorio. Sus esculturas muestran rostros desesperados y cuerpos abrumados. Pero, en las profundidades de la desolación, Rodin ve el coraje y la grandeza de alma de estos personajes, que nunca se hunden del todo en su condena.
La desesperación, de la cabeza a los pies
Rodin se destaca por la ejecución de "cabezas de expresión", ejercicio que practican regularmente los artistas en formación para aprender a reproducir los sentimientos. El Grito, un estudio casi anatómico, resume el rostro a la expresión única de una boca muy abierta, de la cual surge un clamor silencioso. Para la Puerta del Infierno, Rodin ejecuta dos Lloronas, cuyo rostro con su boca torcida y sus ojos entrecerrados encarnan la tristeza y el dolor.
Para Rodin, la belleza hacia la cual debe orientarse el arte no se limita a la apariencia exterior de las cosas, sino a su verdad inherente. Este es su principio guía cuando esculpe la belleza marchita del cuerpo femenino de La que fue la Bella Armera, al igual que La Miseria de Jules Desbois, y Clotho y La Edad Madura de Camille Claudel.
"Abandonad toda esperanza, quienes aquí entráis"
Era la inscripción que acogía a los condenados en el Infierno de Dante, principal fuente de inspiración de La Puerta del Infierno, cuyas figuras reflejan todas las gamas de la desesperación.
Mientras Ugolino se encuentra literalmente a cuatro patas, en actitud bestial y dispuesto a devorar a sus hijos, su contraparte femenina, La Danaide, condenada a llenar indefinidamente un barril perforado, se arrodilla en el suelo, abatida.
Mantener la esperanza
Sin embargo, Rodin también muestra la grandeza de alma de los seis Burgueses de la ciudad de Calais, que se sacrifican para salvar a sus conciudadanos. La Cariátide con piedra lleva su carga, inclinada valientemente bajo el peso, abatida pero no vencida. La escultura llamada La desesperación presenta una iconografía de una serenidad clásica muy poco convencional.